martes, 13 de enero de 2009

36º. BALAZO.

"Se lo llevó la tormenta y el tiempo...nada se pudo salvar". Puede que ocurriera eso, que como en un verso de Vetusta Morla todo se lo llevara la tormenta y el tiempo. Y no salvamos nada. Ni siquiera los recuerdos. Nos los llevamos con nosotros para protegernos del frío del camino. Y ya no sirven ni como abrigo.
Ha empezado el año y lo primero que ha ocurrido es que ha caído en Madrid una nevada impresionante. Me falto tiempo para decir que quería que nevase. Será una coincidencia. Pero tiene su guasa. Hay por todo mi barrio una especie de espíritu de armonía que deja la nieve. Camina todo el mundo embutido en un par de capas de abrigos, guantes y gorros para protegerse del frío, y nos miramos todos con una cierta compasión. La nieve, el agua y el frío han acabado por dejar en las aceras una fina capa de hielo, y es por eso que todos nos miramos con prudencia y pasamos unos cerca de otros, por si tropezamos. Que alguien nos coja. Que nos evite la caída.



Fuimos al concierto de un amigo. Tienen la mala costumbre de elegir bares de mala muerte para dar sus conciertos. Sonaron mal por culpa de la diferencia de volúmenes, pero tienen canciones bastante buenas. He tenido la suerte de ver algún que otro concierto donde han sonado bien sus canciones y se ve realmente como están hechos los temas. Lo cierto es que tras el concierto y tras hablar con el guitarrista del grupo, me han entrado a mí las ganas de dar un concierto. De sacar micrófono y guitarra y sentarme en un taburete. Habrá que irlo mirando. Al hilo de bares y actuaciones empieza ahora, a finales de Enero, el ciclo de cuentos en el Zaguán, un bar situado en La latina cuyas actuaciones y salidas (antes los jueves, ahora los miércoles), tengo la intuición de que se me quedarán grabadas para siempre en el corazón. Y espero que también en la memoria.



Como le sucedió a Beatriz Zuluaga, había yo olvidado el valor de las cosas simples, y ahora solo quiero buscar golondrinas en verano, y decir hola y sonreír.
A-2 Madrid-Barcelona, y en medio, yendo hacia casa, una densa niebla que me impide ver más allá de la endeble luz de mis faros; de mis luces cortas. Al final llego a casa, pero me cuesta la poca energía que me quedaba en el día y me cansa los ojos, y aparcar me lleva todavía veinte minutos. Mañana volveré antes. Antes de que llegue la niebla y hayan ocupado todos los sitios. Tengo la sensación de que llevo lo que va de año, que tampoco es mucho, llegando tarde a todo, y la noche se ha encargado de resumirlo así, con tanta poesía y de manera tan metafórica. Niebla ocupada.

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