lunes, 6 de octubre de 2008

29º. BALAZO.

Que nos quiten lo bailado. Me ha venido la frase a la memoria sin querer, recordando tiempos fáciles. He recordado a una buena mujer que quiere que escriban esta frase en su lápida. No entiendo porque la gente piensa en sus epitafios. Y tampoco entiendo que la gente no lo haga nunca. Me encuentro últimamente demasiado contradictorio.



"He soñado el sol y tú estabas en él", dice en una de sus canciones Esfumato, el proyecto musical de Enrique Amigó. Hoy disparo de manera confusa, con la metáfora de tus ojos detrás de cada una de mis palabras. Yo he soñado el sol y estábamos en él. Me duelen las plantas de los ojos de tanto caminar con ellos sobre nadie. Quiero clavar la mirada, acostar los párpados, dormir el sueño maldito de encontrarte. He soñado el sol y estábamos en él. Y quedaba en el aire solo el sonido de tus pendientes de cascabel, y un beso a ojos cerrados, y amor a quemarropa, y tardes de domingo sobre trenes que conquistan raíles. He soñado el sol y estábamos en él.



Me dijo una mujer de gusto impecable que mis mejores historias serían sobre una mujer fatal que conocería en un hotel una noche de lluvia. Le dije que eso se antojaba demasiado preciso como para llegar a suceder. Respondió entonces que es por eso que sobre ella haría mis mejores historias, por lo imposible de que sucedan.
A mi tras este tipo de diálogos me queda siempre la impresión de que quienes me conocen piensan siempre que busco imposibles para todo. Y digo siempre y todo. Y a la vez digo que no creo que sea cierto, aunque quizás a veces sí pueda parecerlo.



Acabé perdido en un pub de mala muerte a las siete de la mañana. Quedaban dentro borrachos que no encontraban la salida y desafortunados que no querían encontrarla. Pedí tabaco, fuego y una copa. Después cruzamos las miradas, los dedos, los brazos, los cuerpos, las almas. Tenía tanta prisa por olvidar tu olor que dejé la copa llena y el cigarro humeando en el cenicero.
Ella aguantó hasta las once y luego se borró. Luego olvidé apuntar su número antes de tirar a la basura el paquete de tabaco donde lo había escrito. Da lo mismo. Mañana toca sol y nubes... y volverá a llover. Como siempre que me asaltan tus recuerdos.



El fin de semana pasado quedamos para cenar cuatro amigos de la universidad. Quedamos en casa de una amiga y fuimos los otros tres. Fue una cena larga, una noche corta. En realidad fue una de esas veces en las que el propósito de quedar es lo de menos, lo importante es que todos vayan a la cita. Y allí nos vimos. Cenamos con vino y sonrisas, y luego le dimos a una amiga un par de regalos que le debemos desde hace medio año.
Ojalá recuerde siempre esa noche. Ojalá no olvide a los amigos, ojalá no pierda el norte ni aquellas barras de incienso que me regaló alguien alguna vez.
Espero que cumplir años sea siempre algo agradable. Creo que eso depende de si el año ha valido la pena o no. Podría decir que estaré conforme con envejecer si puedo afirmar; no cambio este año por otro más, quiero todo tal y como está. Algo así.



He hecho el propósito de volver a sentarme de manera relativamente regular ante mi pequeño cuaderno de bitácora, ante este pequeño diario cargado de balas.
Dentro de poco será el Festival del Cuento del Buen Humor en el teatro Fernán Gómez, y lo cierto es que tengo ganas de cuentos. Al hilo, una brevedad de Rafael Pérez Estrada: "La sombra es el reverso del alma."

2 comentarios:

Ana dijo...

Y este año...ha merecido la pena?
Bueno yo creo que en 365 días siempre puede suceder algo por lo que puedas envejecer agusto.
Sólo tienes que recordar algún buen momento!

Siempre es un placer leerte. xD

Un besillo

Anónimo dijo...

esa noxe .. esa guitarra.
recuerda: se necesitan amigos periodistas para ávidos políticos..y encima no son del real..