domingo, 20 de julio de 2008

18º. BALAZO.

Llevo varios días llegando tarde a mi cita con el sueño, o pronto, no está claro del todo. Acudo puntual al insomnio, eso sí. Y me da por pensar. Que sé yo. Se conoce que de noche, solo, cuando el resto del mundo duerme, uno no tiene otra cosa que hacer que pensar. En cualquier cosa, no importa en qué. Normalmente, en algo parecido al examen de conciencia católico, repaso lo hecho y me evalúo. Miro a ver qué debería cambiar y qué no. No suelo sacar muchas conclusiones.



Desde hace unos días, concretamente desde un viaje que hice hará ya algo más de una semana, vengo dándole vueltas a las expectativas. Últimamente menos, pero suelo crear expectativas muy elevadas alrededor de la gente que conozco. Esto a menudo hace que uno salga defraudado con lo ocurrido en realidad.
Ayer mismo fui con un amigo a cenar. Me dijo que me notaba más cambiado, que ya no esperaba tanto de los demás, que se me veía más contento con lo que había. Puede que tenga razón. Ando perdido éstos días en éste tipo de cosas. Reflexiones de adolescente, que dirán.



Compré un libro de Cortázar, ya lo dije, pero a raíz de ése libro ahora no puedo dejar de darle vueltas a las palabras cada vez que se me presentan. Exuberante me parece una palabra cínica, que ofrece lo que no habrá, creo que me contagio de un optimismo irrelevante y ésto no me parece banal, y así sucesivamente, o viceversa. Me pierdo, vaya, y me pregunto siempre el significado de las palabras, porqué significan una cosa y no otra.
El panadero de mi barrio, (bueno, uno de ellos) es un tipo majo, solidario, con cuenta abierta en el bar de al lado. El camarero del bar en cuestión es también un tipo majo, pero poco solidario, así que las cuentas abiertas no le hacen excesiva gracia. Pero el panadero es amigo del dueño del bar y se le permite dejar deuda. Así está todo aquí. El otro día, mientras tomaba un café, el panadero entró en el bar, saludó y pidió lo suyo. El camarero le sirvió y anotó la cantidad a deber en la hoja pertinente de su particular libreta amarilla. Luego comenzaron a hablar del tiempo, de fútbol, y el panadero soltó algún que otro maldita vida. Cuando el panadero ya se iba a marchar, el tipo de la barra le despidió y dijo algo así como "Hasta mañana, corlupio". El panadero se giró e hizo ademán de montarle el numerito acerca de lo que le había llamado, pero al ver que el camarero sonreía de manera amistosa se limitó a decir, "mañana nos vemos", y se marchó. Desconozco lo que significa corlupio, pero el camarero me dijo que a él se lo había dicho su hijo, y que viene a ser algo así como "coleguita", pero no me dejó muy convencido. A mi me suena a cornudo, y probablemente al panadero también. En fin, Cortázar, cosas del lenguaje.

1 comentario:

Psiweapon dijo...

Interesante reflexión la de las expectativas, y también me gusta el cuadro de costumbres :D

Te importaría poner el título del libro en cuestión?