martes, 15 de abril de 2008

3er. BALAZO.

Esta mañana he despertado tarde. Justo a tiempo para tomar el café habitual después de las comidas. En general ha sido un día para dejarlo pasar. Pero que es como todo, hay que vivirlo. He pensado un poco en eso de las relaciones de pareja. En general tengo teorías para todo, pero abundan las que tratan sobre relaciones. Uno piensa, y lo hace en parte movido por las películas del género ya famoso comedia-romántica, que en algún momento va a encontrar a esa mujer con la que cada segundo es fuego. Tengo en la cabeza la frase "nunca me paré a pensar si soy el tipo equivocado", de Fabián, y creo que resume bastante bien el perfil egoísta que se tiene al enfocar una relación. Nadie se detiene nunca a pensar en el otro, salvo para agradarle o evitar un conflicto. Me refiero a que nunca se pone uno en la piel del otro, que suele decirse, y esto ayudaría bastante. Por mucho que ocurra, nadie corta con su pareja porque el otro merece ser feliz, sino porque uno quiere llegar a serlo y le parece que por ése camino no va a ninguna parte. El asunto es complicado. Imagino lo que pasaría si de verdad se pensase en el otro. Le imagino a él, sentado en un banco, esperando que llegue ella. Y ella que tarda, porque tampoco tenía mucho interés en ir. Llevan un par de meses y no es lo que ella esperaba. Demasiadas expectativas. Leí una vez que "las expectativas destruyen nuestra tranquilidad; son decepciones futuras planeadas con antelación". Es verdad. Él, en el caso en que estábamos, le diría a ella que no pueden continuar porque ella espera encontrar llamas cada vez que se tocan, porque no puede cumplir con el guión de la sonrisa perfecta, porque es imposible que se quieran lejos del lugar en que se conocieron, lejos de aquella playa de arena cálida. Y ella lo entendería, y ninguno de los dos se haría preguntas estúpidas de porqué acabo todo. Ambos tendrían todo claro, avanzarían mucho más rápido hasta su siguiente parada.
Pero nos empeñamos en hacerlo complicado. No sé quién fue el primero en decir lo de los trenes que pasan en la vida, pero lo recuerdo muy de colegial. Tengo la sensación de que el asunto de los trenes que sólo pasan una vez, o que hay que coger cuando pasan, estuvo por primera vez escrito en la contraportada de un libro de biología con dudosa calidad gramatical. Cada uno tiene sus experiencias en esto, y las opiniones se forman sobre la experiencia, así que yo tengo también una opinión: los trenes pasan tantas veces que no podemos ni contarlos. Es como el andén de las ilusiones, se pierden tantas como llegan, pero nunca dejan de estar ahí. Eso serían los trenes de la vida. Están constantemente pasando y uno coge los que le vienen bien, los que están en hora o, sencillamente, los que le parece que llevan a mejores lugares. Lo que sucede es que se tiende a echar de menos ciertos trenes.
Personalmente creo que los mejores trenes son esos a los que te subes de pronto sin saber dónde vas. Aquellos que no tenías pensado coger. Creo que son los mejores por el asunto de las expectativas. Si lo coges sin más será un tren sin expectativas, sólo lleno de ilusiones. Pero qué sabré yo.



"Las calles son abismos a cruzar". Ésta frase es de Revolver, no recuerdo bien de qué canción, pero viene bien recordarla a veces, sobre todo cuando el día, como hoy, se pone feo y asoman demasiadas nubes. Me he quedado sin hacer un viaje que pretendía hacer hoy, y alguien me ha dicho que se alegra de que me quede. No sé muy bien como tomármelo, porque pienso que lo lógico sería que, si me quiere bien, hubiera dicho que era una pena, con lo que me apetecía. Pero la gente se toma las cosas como les viene a ellos, no como a uno le gustaría, así que se alegra, y fuera. El caso es que creo que hoy he cruzado un par de calles peligrosas. La primera cuando iba a tomar café, corriendo porque llegaba tarde; la segunda cuando me ha dado por pensar que no sé establecer los límites y que doy pie a que suceda lo que no quiero.
Que la primera de las calles era peligrosa es obvio, por aquello de que circulan coches y correr, en ocasiones, puede no ser sano. Y la segunda calle es peligrosa por lo que implica. Ésa si que es un abismo a cruzar, pero no quiero cruzarlo. Me ocurre que lo hago sin querer, y acabo en callejones bastante complicados.
No quiero seguir con lo de la segunda calle porque puede traer cola.
Espero no tener que seguir cruzando abismos.

1 comentario:

Elena dijo...

Está bien que no dejes de buscarla, pero yo creo que no existe esa mujer con la que cada segundo es fuego, entre otras cosas porque seguramente tampoco tú querrás ni podrás ser a cada instante fuego... Creo que era en la película "Alta Fidelidad", en la que el protagonista se cansaba de sus parejas en cuanto veía su ropa interior colgada a secar en el baño... y no era precisamente la ropa interior de lujuria que ella se ponía para las primeras citas. Tenía moraleja y todo, al final el tipo entendía que era inevitable ver ese tipo de detalles en su baño si quería mantener algún tipo de relación estable... porque ninguna mujer tiene sólo ropa interior sexy.