miércoles, 16 de abril de 2008

5º. BALAZO.

"Eres una huida". Llevo un rato esperando que caiga esta frase. Como siempre, es de una canción, de un grupo leonés llamado Gatoidiota. Eres una huida. Me resulta muy concreta, muy descriptiva.



Hoy he recibido una llamada que no esperaba. Para ser sinceros si la esperaba, pero hace unos días. No hoy; hoy no. Y es de esas cosas que por algún motivo alteran el curso normal del día. Te llaman sin pretensiones, y contestas con naturalidad. A mi a veces estas conversaciones telefónicas me saben un poco a pasado, por las personas que las realizan. Normalmente son personas que llevan un tiempo sin aparecer por la vida de uno, y saben bien cómo llenar los espacios que durante algún tiempo han ido quedando vacíos. Algún día entenderé cómo pueden las palabras, desde lejos, tocar el corazón tan de cerca.



Hace un par de días tuve una conversación sobre las técnicas que tenemos unos y otros para hacer las cosas. Una vez llegué tarde y por consiguiente perdí el autobús que pretendía coger. Era un trayecto desde el sur. Quería volver a Madrid. Bueno, no quería, pero me tocaba. Cuando uno pierde un tren o un autobús normalmente se acuerda de muchas cosas, y de ninguna buena. Lo normal es tener que comprar un billete nuevo, pero uno es como es, cabezón, y aquel día intenté que me cambiaran el billete. Y funcionó. - Total,- me dijo la chica de la taquilla.-Iba medio vacío, pongo que lo cambiaste antes y te ahorras un dinero.-
Yo pensé al principio que no podía estar pasando. No había ni levantado la voz, ni gritado a nadie, ni mentido acerca de los motivos por los cuales no iba en ese autobús ya camino de Madrid. Pero se ve que había colado. Y me cambiaron el billete. Mi amiga me explicó que para ella es absolutamente necesario gritarle a todo el mundo y que todo el mundo se entere de qué problema tiene y, por supuesto, cómo prefiere que se lo solucionen.
Al principio no lo pensé, pero con mi tendencia a elaborar teorías encontré esto de los modos de hacer algo curioso. La idea del billete en realidad solemos aplicarla como punto último a todo. Hagas lo que hagas, al final uno elige la manera en la que cambia el billete y es cosa suya. Un poco como aquella idea de los trenes que no dejan de pasar. Solo que esto es más como la toma de decisiones. El momento en el que uno sube a un tren o vuelve al andén maleta en mano,cargado con alguna ilusión menos. Así están las cosas.



"Parece que he vivido lo que viven los que mienten, los que gritan tu nombre entre tanta gente." Así lo siento. Dejo a menudo frases y versos de diferentes artistas. La última frase es de Fabián. Pongo sus versos porque es una forma de ponerle banda sonora a mis palabras, de sentir que llegan de otra manera, no sólo escritas. Es algo torpe y quizá tonto, pero las cosas quedan escritas de otro modo, como en clave de sol. Como rompiéndose en Mi menor. He vivido, decía, lo que viven los que mienten, los que caen del lado en el que las cosas no son como son, sino como se ven. Así es más fácil acostumbrarse a lo que se convierte en rutina, a lo que creemos que no encaja bien. En definitiva, se vuelve fácil acostumbrarse a lo que no deberíamos tener que acostumbrarnos. Pero la vida está hecha de una manera, y tarde o temprano todos nos acomodamos al paso de la corriente, y recorremos ciudades bajo puentes y nos deslizamos por paisajes nocturnos y pretendemos llegar a buen puerto. No sé a quién le oí decir que todos somos barcos y que nadie quiere naufragar, y que por eso todo el mundo acaba remando solo. Yo creo que no va exactamente por ahí. La idea más bien sería que los buenos amigos vinieran en tu barco. Si tienes un barco, y con esto no quiero ofender a ningún pensador, navegar solo es, dicho mal y pronto, un coñazo. Lo bueno es que los amigos, y hablo de los buenos, de los que se cuentan con los dedos de una mano, vayan en el mismo barco. Para empezar remar se hace, y esto no me parece ni discutible, muchísimo más fácil. Y además tendrás más sitios a los que ir.
Creo que hoy escribo desde un poso de amargura, como tocado por algo que debería hacer y no hago. Sé qué es, pero estoy cobarde y no me atrevo. A veces las cosas salen así, como uno las hace y no como uno quisiera hacerlas. La vida, que ya digo, está así hecha.

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